En la actualidad, pocas industrias se enfrentan a un reto tan complejo (y al mismo tiempo tan urgente) como el de la climatización. En un escenario global marcado por el aumento sostenido de las temperaturas y la multiplicación de eventos extremos, los sistemas HVAC se han convertido en infraestructuras críticas para garantizar la habitabilidad de todo tipo de espacios. Y es que, su capacidad para proporcionar confort térmico y condiciones ambientales adecuadas los convierte en aliados imprescindibles ante el cambio climático.
El futuro del sector HVAC pasa, inevitablemente, por una transformación profunda de su modelo tecnológico y medioambiental
Sin embargo, se encuentran en una situación tremendamente paradójica porque, en un contexto de cambio climático y máxima concienciación medioambiental, el consumo energético derivado de estos sistemas representa alrededor del 10 % de la demanda eléctrica global. Del mismo modo, el uso de determinados gases refrigerantes —muchos de ellos con un potencial de calentamiento global (GWP) extremadamente elevado— hace que las emisiones directas del sector supongan, según el informe Cooling Emissions and Policy Synthesis Report (PNUMA y IEA, 2020), aproximadamente el 7 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Cifras que podrían multiplicarse si no se actúa con rapidez: estimándose que la demanda de refrigeración podría triplicarse antes de 2050.
Este doble rol (esencial pero contaminante) convierte al sector en uno de los más sensibles dentro de la transición energética. A diferencia de otros ámbitos, donde basta con reducir el uso o mejorar la eficiencia, en climatización el gran reto está en hacer más con menos impacto. Y eso empieza, sin duda, por repensar uno de los componentes fundamentales del sistema: el refrigerante.
Durante décadas, los avances tecnológicos en climatización se centraron principalmente en mejorar la eficiencia energética de los equipos. Hoy, sin embargo, sabemos que esa mejora debe ir acompañada de una profunda transformación en los fluidos frigoríficos utilizados. Porque el impacto de un sistema HVAC no depende únicamente de cuánto consume, sino también de qué gas se utiliza en su interior.
Los refrigerantes tradicionales de base sintética, como los hidrofluorocarbonos (HFCs), tienen un GWP que puede llegar a ser miles de veces superior al del CO₂. Por ejemplo, el R-410A (aún presente en muchos equipos) tiene un GWP de más de 2.000, lo que significa que una fuga de solo un kilogramo de este gas equivale a emitir más de dos toneladas de CO₂.
No es casualidad, por tanto, que las políticas internacionales hayan puesto el foco sobre estos compuestos. El Reglamento (UE) 517/2014 sobre gases fluorados, así como su revisión posterior, establece una reducción escalonada en el uso de refrigerantes con alto GWP, impulsando así la adopción de soluciones con menor impacto climático. La implicación es clara: el futuro de la climatización pasa por el desarrollo e implementación de refrigerantes sostenibles.
Esta transición no es solo normativa, es también estratégica. Reducir las emisiones directas derivadas de los gases refrigerantes puede suponer hasta el 50 % del impacto total de un sistema durante su vida útil. Por eso, la introducción de refrigerantes naturales o de muy bajo GWP se ha convertido en una de las palancas tecnológicas más relevantes del sector.
Entre estas alternativas, el propano (R-290) se está posicionando como una de las opciones más prometedoras. Su aplicación, no obstante, requiere rediseñar componentes, integrar medidas de seguridad adicionales y adecuar la fabricación a normativas específicas, lo que implica una transformación profunda en la cadena de valor.
En este proceso de transición, algunas compañías están asumiendo un rol claramente proactivo. Es el caso de Gree, fabricante mundial de climatizadores y sistemas de aire acondicionado, que ha reforzado su compromiso con la sostenibilidad apostando por soluciones más eficientes y responsables, como la incorporación de refrigerantes con menor impacto ambiental en sus nuevas gamas de producto.
Aunque Gree no produce refrigerantes propios, ha optado por integrar en su catálogo tecnologías compatibles con el R-290, empezando por sus modelos portátiles y deshumidificadores, y avanzando ya hacia gamas más complejas como los sistemas split (con la serie Charmo) o las unidades de aerotermia monobloc (como la Versati). Un avance que supone tanto una mejora en términos de sostenibilidad, como también una apuesta por una mayor eficiencia energética, clave para reducir las emisiones indirectas del sistema.
En paralelo, el R-32, con un GWP significativamente inferior al del R-410A (aunque ya superado en términos de impacto ambiental), sigue utilizándose en muchas unidades split y sistemas U-Match. Considerándose su empleo todavía adecuado, sobre todo en aplicaciones de climatización industrial o de gran escala, como las soluciones VRF (Variable Refrigerant Flow) del tipo GMV, donde sus características técnicas permiten un equilibrio razonable entre eficiencia, seguridad y sostenibilidad.
Pero el compromiso medioambiental de Gree va mucho más allá del uso de refrigerantes, sometiendo sus procesos de fabricación a rigurosos controles de calidad, cumplimiento normativo y consecución de las principales certificaciones. De esta manera, sus nueve centros de producción cuentan con las certificaciones ISO 9001 (gestión de calidad), ISO 14001 (gestión medioambiental) e ISO 45001 (salud y seguridad laboral). Adicionalmente, sus productos están certificados bajo estándares europeos como Eurovent y Keymark, que garantizan un rendimiento energético fiable y una conformidad rigurosa con los requisitos de sostenibilidad del mercado europeo.
Por último, cabe destacar también el reconocimiento de Gree Products con la medalla de bronce de EcoVadis, plataforma que evalúa el desempeño en sostenibilidad de miles de empresas en áreas como medio ambiente, derechos humanos, ética y compras responsables. Si bien aún existe margen de mejora, el posicionamiento actual de la marca refleja una trayectoria clara y coherente hacia una climatización más responsable.
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